Si bien el panorama cambiario parece mostrar cierta estabilidad, puede resultar arriesgado dejar tantos pesos sueltos, no solo por su probable presión sobre el mercado cambiario sino también por su efecto inflacionario. Ya que por más que las restricciones y controles cambiarios conlleva un dique de contención desde las PASO los plazos fijos en pesos privados muestran una caída de casi 98.000 millones de pesos (los no ajustables -93.200 millones y los ajustables -4.700 millones). Esto por un lado refleja que, por ahora, no se vio una corrida dado que los plazos fijos no ajustables crecieron 0,8% en agosto y cayeron 5,4% en setiembre, o sea, están estancados y ya el mes pasado ni compensan el devengamiento de los intereses. La caída sí fue más acentuada entre los plazos fijos ajustables que cayeron 17,2% y 17,7% en los dos últimos meses.
Es evidente que la salida más importante se viene dando entre los depósitos privados en dólares (argendólares) que en los últimos dos meses perdieron u$s11.118 millones (se fue más del 34,2% del stock total). Pero el comportamiento de los plazos fijos en pesos de empresas y familias son como una espada de Damocles, porque si se acelera la salida de estos impactarán con fuerza sobre el mercado cambiario, más allá de los controles. Al respecto vale señalar que del stock total el 62% está en manos de las familias y el resto entre personas jurídicas. Estas últimas suelen utilizar estas colocaciones para administrar su capital de trabajo por lo que no es tan sensible a los vaivenes. En cambio, las personas físicas, en su mayoría, usan la opción del plazo fijo versus la apuesta al dólar. En la actualidad del stock total de las familias el 8% son depósitos de hasta $100.000, un 17% de hasta $250.000 y el 20% está entre $250.000 y $500.000, el resto son mayores al medio millón de pesos. O sea, dado el límite de los u$s10.000 mensuales, casi la mitad de los plazos fijos estaría en condiciones de traspasarse a dólares y representan más de u$s8.800 millones al tipo de cambio vigente.